Es una de las historias que Ovidio escribió en su obra Metamorfosis.
Eurídice era una dríade (ninfa) y era a la esposa de Orfeo (poeta y músico divino).
Orfeo amaba profundamente a su bella esposa quien acostumbraba pasear con las náyades.
Una vez en que la bella Eurídece caminaba en uno de sus paseos, por
un prado de Tracia fue vista -según Virgilo- por Arsisteo, quien
prendado inmediatamente de ella, la persigue para hacerla suya. Ella
escapa con gran velocidad y miedo, pues su corazón sólo le pertenece a
Orfeo. En su huída, Eurídice es mordida por una serpiente y muere.
Orfeo, desconsolado la llora y su desesperación no encuentra
consuelo, por lo que toma la arriesgada decisión de ir en busca de su
dulce y amada esposa al Hades, la tierra de los muertos.
Con su dulce canto y su poesías, Orfeo logró conmover a Caronte,
quien lo deja atravesar el río Estigia, límite entre el mundo de los
vivos y los muertos. Después, también con sus habilidades artísticas
Orfeo logra convencer a Perséfone y a Hades de que le permitan llevarse a
Eurídice.
Las divinidades subterráneas aceptan que se la lleve, pero Orfeo debe
prometer que no intentará ver a su esposa hasta que la haya llevado a
la luz del sol.
Entonces, según lo convenido, Eurídice seguía a Orfeo en el camino
hacia la luz, y en el momento en que estaban a punto de abandonar las
oscuras profundidades, Orfeo tuvo dudas.
Así, empezó a pensar en la posibilidad de que Perséfone lo hubiera
engañado y que Eurídice no viniera tras él, por lo que no pudo soportar
la tentación y se volvió para mirarla y corroborar que ella venía con
él.
Cuando esto ocurrió, Eurídice fue arrastrada por una fuerza
irresistible otra vez hacia el Hades. Orfeo, desesperado, intenta ir de
nuevo a rescatar a su amada, pero esta vez Caronte no se lo permite.
Orfeo regresó a la Tierra solo y desamparado y mantuvo fidelidad a su esposa hasta su muerte.
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