Después de haber leído El hostal de los dioses amables de Gonzalo Torrente Ballester, he elaborado un final diferente:
Entonces comprendieron que fueron esos dioses
quienes les unieron y les pusieron esos nombres. Y así, tanto Miriam
como Eduardo, creyeron en ellos y los dioses volvieron a ser las
mismas divinidades que en la antigüedad, devolviéndoles todos sus
poderes.

Todos los dioses en agradecimiento por alargar más
su existencia, de tanto en tanto iban a visitarles trabando así una
amistad entre dos mortales y las divinidades del Olimpo.
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