Las
pitonisas eran las sacerdotisas del templo de Apolo en Delfos, donde
además de recibir a los visitantes y sus ofrendas, actuaban como
intermediarias entre el oráculo y los hombres.
Cuando Apolo fundó su templo en Delfos, prometió
visitarlo periódicamente para aconsejar a los humanos mediante un
oráculo. Pero temiendo que los mensajes divinos puedan ser
inteligibles para los simples mortales, el dios de la verdad decidió
comunicarse a través de sacerdotisas.
Durante los siglos de apogeo del oráculo fue necesario nombrar hasta
tres pitonisas para poder atender con holgura las innumerables
consultas que se hacían por entonces. Sin embargo en los tiempos de
decadencia sólo hubo una, suficiente para los pocos y espaciados
oráculos que se requerían.
Las
pitonisas vivían entre las grutas o cerca de las corrientes de agua.
Cuando llegaba el día del oráculo, se purificaban con baños
rituales, se vestían de gala para recibir a Apolo y se colocaban
sobre un trípode de oro en lo más profundo del templo. De entre las
grietas del suelo el dios hacía emanar una exhalación sagrada, por
medio de la cual transformaba la voz de la sacerdotisa en la suya.
Entonces las pitonisas comenzaban a cantar y a lanzar palabras,
muchas veces incomprensibles en apariencia, para ofrecer el consejo
de Apolo.
Los consultantes eran de todo tipo, desde grandes
reyes hasta gente pobre. En primer lugar se ofrecía un sacrificio
en el altar que había delante del templo. A continuación se pagaban
las tasas correspondientes y por último el consultante se presentaba
ante la Pitia y hacía sus consultas oralmente.
La Pitia se sentaba en un trípode
que estaba en un espacio llamado aditon, al fondo del templo
de Apolo Pitio. Αδυτων significa "fondo del santuario"
y τo αδυτoν significa "lugar sagrado de acceso prohibido".
La Pitia daba respuestas, que un sacerdote recogía
y escribía en forma de verso.
Después se le entregaba al consultante. En un primer momento, las
sentencias de la pitonisa se hacían en verso, pero a mucha gente le
parecía extraño que, siendo Apolo el dios de la música, tuvieran
las predicciones tan mala calidad rítmica y melódica. Así que
pronto la pitonisa comenzó a predecir en prosa.
Si
la
profecía era incorrecta
se decía que el fallo era la interpretación de lo dicho y no el
oráculo en sí. El
trance que sufrían era provocado por un gas alucinógeno y por
eso al
pronunciar
frases “enigmáticas”, los desaciertos eran atribuibles a una
mala interpretación de sus palabras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario