El sorteo de
Helena, se nos presenta en las distintas adaptaciones
cinematográficas de forma muy distinta.
En la película
“Helena de Troya” del año 2003 dirigida por John Kent Harrison,
la elección del marido de Helena se muestra como una decisión
provocada por el azar. Los hombres más poderosos de la Antigua Grecia, entre los cuales encontramos a Menelao y a Agamenón,
discutían sobre quién se quedaría con ella, haciendo un pacto
entre ellos, por el cual los demás tendrían que apoyar al esposo de
esta en cualquier situación. Proponen coger una especie de tinaja y
tirar sus anillos hacia el cielo, el anillo del que cayera en ella
sería el futuro marido de Helena. El anillo que cayó en la tinaja
fue el de Menelao y este fue el elegido. Pero veamos que dice la
historia en realidad.
Esta cuenta que
Teseo raptó a Helena y sus hermanos, Cástor y Pólux, lograron
liberarla. Cuando hubo regresado a Lacedemonia, Tindáreo pensó que
había llegado el momento de casarla. Una multitud de pretendientes
se presentó; acudieron casi todos los príncipes de Grecia. Su
número varía entre veintinueve y noventa y nueve. Aquiles es casi
el único héroe de su tiempo que no figura entre ellos, sin duda
porque era demasiado joven para que se pensara en casarlo. Perplejo
ante esta afluencia de pretendientes, Tindáreo temió que, al elegir
a uno, quedaran descontentos los restantes, con lo cual correría el
riesgo de una guerra. Por eso escuchó de buena gana el consejo de
Ulises: el de comprometer, por juramento, a todos los presentes a
acatar la decisión de Helena y acudir en auxilio del elegido en caso
de que su esposa le fuese disputada. Este juramento fue recordado por
Menelao algunos años después, y obligó a los jefes griegos a
partir para la guerra de Troya. Ulises, como recompensa al favor que
su consejo significó para Tindáreo, recibió la mano de Penélope.
Helena eligió a Menelao, y los demás pretendientes se sometieron.
Interesante comparación entre lo que se ve en la película y lo que cuenta el original
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